Resulta cuando menos curioso comprobar cómo ciertos encuentros postergados durante años no constituyen reencuentros, sino que las sonrisas, los besos, las miradas, los abrazos... forman parte de una cotidianeidad que parece que nunca ha dejado de producirse.
"(...) y acusándome de una falta que no había cometido, le dije que había hecho lo que hacen las mujeres. (...) el buen padre me pintó el mal tan grande, que concebí que el placer debía ser extremo; y al deseo de saber sólo en qué consistía, sucedió el de enterarme por mí misma". (Carta LXXXI, de la marquesa de Merteuil al vizconde de Valmont. "Las amistades peligrosas", Choderlos de Laclos)
lunes, 2 de julio de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Es una bonita sensación que se produce con un determinado número de personas... por mucho tiempo que haya pasado.
Escrito por chica simple 03/07/2007 12:41
Pero que, al menos en mi caso, pasa únicamente cuando los besos han perdido parte de la pasión para recrearse en la ternura. Y pasa cuando el tiempo se detiene en la complicidad de las miradas, una complicidad propiciada por ese mirarnos en los ojos ajenos y reconocernos como antaño, esa complicidad en la que hasta las supuestas carencias se convierten en guiños y en la que hasta el silencio es placentero. Una complicidad en la que el tiempo está detenido por un instante y no se añora, ni siquiera se anhela, simplemente se disfruta del presente aunque sea tan quebradizo...
Escrito por MarkesaMerteuil 03/07/2007 12:47
¡Cómo me gustaría conseguir eso ahora mismo! ¿Será cuestión de pacuencia?
Abrazos.
Escrito por pequena03 04/07/2007 09:24
De paciencia y de sinceridad en los afectos... y de correspondencia, mucha correspondencia... :-)
Escrito por MarkesaMerteuil 04/07/2007 13:15
Publicar un comentario