Y aunque todavía no me siento desnuda, endeble, expuesta... o, a fin de cuentas, renacida, lo cierto es que empiezo a percibir de nuevo esa brisa de lloviznas compartidas, pero tanto tiempo postergadas.
"(...) y acusándome de una falta que no había cometido, le dije que había hecho lo que hacen las mujeres. (...) el buen padre me pintó el mal tan grande, que concebí que el placer debía ser extremo; y al deseo de saber sólo en qué consistía, sucedió el de enterarme por mí misma". (Carta LXXXI, de la marquesa de Merteuil al vizconde de Valmont. "Las amistades peligrosas", Choderlos de Laclos)
Y aunque todavía no me siento desnuda, endeble, expuesta... o, a fin de cuentas, renacida, lo cierto es que empiezo a percibir de nuevo esa brisa de lloviznas compartidas, pero tanto tiempo postergadas.
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