lunes, 15 de diciembre de 2008

¿Recuerdas cuándo te/me hacía/hacías el amor en el alféizar hacia el infinito?

Vértigo.

10 comentarios:

Thiago dijo...

Cari, jaaj y si pusieras "nos hacíamos" yo creo que no compromete a nada la igualdad de género, no? Tu me lo hacías a mi y yo te lo hacía a ti, ¿quién hacía mas el amor al otro? ¿quién es más tonto de los dos? jajajaj

A mi francamente me da vértigo lo de hacerlo en el alféizar que suena así como muy árabe y muy perligroso, ¿No es mejor hacerlo en el catre como todo el mundo? Pq sin embargo eso si que no me da vértigo, a mi hacer el amor, me da ¡orgasmos! jajajaj.

Francisco dijo...

El placer que produce hacer el amor. El placer es como el nacimiento o como la muerte, nos ocurre una sola vez, pero al nacimiento lo olvidamos y a la muerte la ignoramos; el placer es ese único instante de éxtasis cuyo recuerdo o ilusión nos mantiene vivos y crea la ilusión de proyectarnos hacia el infinito. Nos ocurre solamente una vez. El resto de la existencia, antes y después, solamente es una reflexión sobre el tema…No me hagas demasiado caso, no tengo un buen día.
Abrazos
Franc.

Markesa Merteuil dijo...

Thiago, cari, te y me no tienen por qué confluir en el tiempo, sobre todo cuando se habla de hacer el amor y no de simplemente copular...

Franc... todo tiene su ocaso, incluso el día ingrato.

Chousa da Alcandra dijo...

Bufff, este carallo de Alzheimer está acabando comijo. Non me lembro de nada!!!
Se quixeras matizalo mais...Ainda que so sexa con fins terapéuticos, raio!

Deambulando con Artabria dijo...

Puff, yo también tendría vèrtigo ante una situación así....:D

Markesa Merteuil dijo...

Ante las dudas de Chousa o ante la posibilidad de escapar del refugio para descubrir todo lo que se brinda al frente?

Jordicine dijo...

Pues no lo recuerdo! Un beso.

Principito Desencantado dijo...

Vértigo es poco.

LM dijo...

e o regresso do infinito?
beijos

Markesa Merteuil dijo...

LM... cuando se prueba el infinito... de vez en cuando una se topa con un nuevo hacer el amor, pero el ansia de libertad siempre gana la batalla. Y es ahí donde el esfuerzo por saber conjugar ambas cosas ha de redoblarse, ya que, de lo contrario, siempre saldrá victorioso el infinito y sus promesas de posibilidades...