Vivo en una ciudad que se detiene en los fines de semana de estío, puesto que los que no la han dejado ya por vacaciones la abandonan entonces para recorrer pueblos, verbenas, festivales, playas...
Regresan los domingos con la resignación en la mirada. Rendidos al día a día, toman de nuevo las riendas para retomar el contacto con la ciudad y alargar las noches. Pueblan las terrazas y comparten risas en un ritual que parece restringido sólo a aquéllos que quieren exprimir cada gota del verano, olvidando al anochecer que el siguiente día volverá a ser laborable.
Hartos de estíos que parecía que nunca llegaban, en éste se recuperó la calidez de otrora. Y con ella, el bullicio. Pero es septiembre el mes en el que parece que cada ciudadano se apropia de su nube para olvidarse de la crisis, de que se han agotado las vacaciones y de que el invierno ya asoma.
Las calles parecen entonces una fiesta interminable en la que cualquier distancia es larga si se mide en tiempos, y es que cincuenta metros suelen ir acompañados de decenas de abrazos y de besos. Saludos, anécdotas, reencuentros que te otorgan un brillo renovado a la mirada. Pero en cierto modo, pese a las sonrisas, hay amargura en la mía por los amigos que ya no hallaré en mi día a día. No obstante sé que, enamorados de mi ciudad y de nuestra fiesta, regresarán de cuando en cuando para detener mi tiempo y obligarme, una vez más, a subirme a mi nube.
Y avanza septiembre y con él también el culto a la gastronomía. Hoy comienza el concurso de tapas. Creativas y tradicionales, la materia prima es el principal reclamo: la embajadora absoluta de mi tierra. Ingredientes supremos que tientan a quienes los trabajan a juguetear con las formas, las texturas, los maridajes más sorprendentes, que, como siempre, contribuirán a engrandecer aún más sus cualidades en el paladar. El sabor cobra musicalidad tras partir victorioso de la batuta del maestro que lo guió hacia la excelencia.
Y yo me siento pequeñita, incapaz de emular esa destreza de la imaginación. Acurrucada en mi nube disfruto desde cierta distancia de cuantos placeres me devuelven a la tierra; y me atrevo a pisarla de nuevo, olvidando por un segundo que el espejismo se diluirá si dejo que cobre fuerza el otoño. Será entonces cuando optaré por olvidarme del frío refugiada en noches de sonrisas y reencuentros. Y ya no creeré en la magia, sino que viviré en ella. El que quiera, que me acompañe, pues sólo será invierno si impedimos el chisporroteo de nuestras complicidades.
12 comentarios:
Puede pasar cualquier cosa allá afuera, lo que nadie nunca nos puede arrebatar es nuestra integridad, intimidad e imaginación, sigamos montandonos en nuestra nuve las veces que queramos, cariños...
Te acompañaré este inviernoy de tapas si hace falta...
Cariños para ti también, Mariano.
Kim, ¿vienes a vivir a Galicia? Si vienes hay que quedar, eh, que quiero conocerte. Bicazos.
So faltaría que alguén che dixera cando tiñas que montar-te (na túa nube).
E se ides de tapas, contade comigo!
Chousiña, cando vostede queira veña para a city que eu, salvo causas de forza maior, apúntome sempre. :-)
Hoy es un día de esos. Tienes todo el derecho del mundo a montarte en tu nube y bajar de ella cuando se te antoje, cuando la ciudad esté alegre y bulliciosa o cuando esté triste y solitaria.
En todas las ciudades hay habitantes permanentes e itinerantes y hay que saber disfrutar de ambos en cada momento.
Me encantaría algún día visitar tu ciudad y tomar una tapa contigo.
Moitos biquiños, Markesa, preciosa.
Tengo tendencia a querer presumir de ella. En cuanto alguien quiere visitarla, me autonombro guía oficial. Cuando tengas tiempo, si te apetece, podemos programar una visita guiada. :-) Pero, si vienes, la visita va a ser por toda la provincia, porque es increiblemente hermosa.
La magia es maravillosa. Un beso, MARKESA.
No te bajes de la nube, soñar es precioso. Un beso
Veo que sigues en tu nube, sólo venía a estar un ratito contigo, de vez en cuando a todos nos conviene estar por las nubes.
Biquiños, Markesiña.
y qué, pasaste el otoño olvidándote del frío refugiada en noches de sonrisas y reencuentros?
Me alegra que vuelvas a retomar el blog
Realmente no es que lo retome. Nunca lo dejé, pero tampoco lo mantuve. Estoy en una etapa en la que el cuerpo me pide más acción que palabras. Lo cierto es que os echo de menos, pero hace mucho que no me detengo. Tal vez en lugar de correr hacia adelante debería parar de cuando en cuando a contemplar el paisaje o incluso a recordar las pisadas que me impulsaron hacia donde ahora estoy. Pero la vida me lleva y, tal vez como profilaxis (tal vez no, seguro que como profilaxis) ni siquiera me detengo a pensar.
Te vi en el perfil de Chousa. Voy a enviarte petición. ;-) Besazos, guapísima.
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