"(...) y acusándome de una falta que no había cometido, le dije que había hecho lo que hacen las mujeres. (...) el buen padre me pintó el mal tan grande, que concebí que el placer debía ser extremo; y al deseo de saber sólo en qué consistía, sucedió el de enterarme por mí misma". (Carta LXXXI, de la marquesa de Merteuil al vizconde de Valmont. "Las amistades peligrosas", Choderlos de Laclos)
jueves, 28 de julio de 2011
Me decidí a tirar la toalla, pero ella se empecina en desafiar a la ley de la gravedad. Quiere secar mi desaliento y me jalea para que te busque una vez más. Y yo sólo quiero llorar el dolor, gritar que ya no te espero y asentarme en otro abrazo. Pero algo me impele a refugiarme en tu pecho una vez más, mientras espero a que llegue la calma de saberte olvidado o la ternura de sentir que regresas con ese calor que me rendía y que ahora no eres capaz de regalarme.
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6 comentarios:
Las personas somos muy complejas, pero no los sentimientos. Como siempre...un placer leerte.
Besotes ;-)
Ay, Marquesa: es que no queremos, no queremos dejar de querer...
Demasiado cierto, Humo. :-)
Inocencia, cuánto tiempo. Besos.
Marquesa, se te echa de menos...
¡¡Cuanto nos cuesta pensar que se acabó !
Querer y no poder, o viceversa.
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