CARTA LXXXI
La marquesa de Merteuil al vizconde de Valmont
"(...) ¡Ah! Guarde vmd. sus consejos y sus temores para esas mujeres frenéticas que se llaman de grandes sentimientos; cuya imaginación exaltada haría creer que la naturaleza ha puesto su sensibilidad en su cabeza; que, no habiendo reflexionado jamás, confunden sin cesar el amor y el amante; que, en su loca ilusión, creen que aquél solo, con quien han buscado su placer, es el único depositario; y, verdaderamente supersticiosas, acuerdan al sacerdote el respeto y creencia que sólo deben a la divinidad.
Tema vmd. también por aquéllas que, más vanas que prudentes, no saben en caso necesario consentir en que las abandonen.
Tiemble vmd. sobre todo por aquellas mujeres activas, aun cuando están ociosas, que vmd. llama sensibles, y de las cuales se apodera el amor tan fácilmente y con tanta violencia; que conocen la necesidad de ocuparse siempre de él, aun cuando ya no lo gozan; y que, abandonándose sin reserva a la fermentación de sus ideas, crean, por ellas, aquellas cartas tan deliciosas, pero que son tan peligrosas para quien las escribe, y no temen confiar las pruebas de su debilidad al objeto mismo que la causa; imprudentes, que no saben ver en su actual amante su futuro enemigo. (...)"
LAS AMISTADES PELIGROSAS, de Choderlos de Laclos
No hay comentarios:
Publicar un comentario