Prefería que el dolor fuese mío y no tuyo, porque sé cómo acallarlo.
¿Por qué no me dijiste...? Si lo hubiera sabido, no...
Ahora ni siquiera puedo compensarte y un lo siento no arreglará nada. Primero, porque no lo siento; y segundo, porque sólo serviría para recordarte que soy yo la responsable de esa herida.
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