Despedidas. Ése es el resumen de nuestros últimos reencuentros. Reencuentros escasos, propiciados por las distancias que marqué cuando decidí postergar la consecución del deseo.
Pero, aunque miles de voces se crucen en mi mañana, la tuya sigue siendo inconfundible. Ahora suena matutina, pero tan familiar como la que conservaba en mis recuerdos. Una voz dorada, como las noches charras.
Adormecida, pero alejándome ya de los ensueños de este otoño cálido, escuché vibrante un tímido "¿Marquesa?" con el que, entre dubitativo y nostálgico, me obsequiaste. Un "Marquesa" que, por un segundo, logró devolverme la sonrisa exultante de la década pasada. Y con esa sonrisa como única acreditación del yo de tu memoria, me giré en busca de la ternura que siempre caracterizó a tu mirada. Me giré y vi de nuevo mi reflejo en tus ojos, un reflejo que, como antaño, se tornó dulce en tus pupilas. Me giré y me sentí de nuevo como aquella noche, en la que, pese a... TODO, me sentí obligada a esquivar tus labios.
Pero esta vez no era yo, sino tú, el obstáculo. Tú y la nueva despedida que, como en cada reencuentro, debías anunciarme.
Ocho años, dos reencuentros, dos despedidas. ¿Realmente te has convertido en un aventurero o es que el tiempo me ha transformado en tu estación?
Si no me falla la memoria, te restan tres continentes por explorar. ¿Debería contabilizarlos como tres nuevos reencuentros? ¿Como tres nuevas despedidas? Si todo fuese tan matemático como ahora pretendo, tan sólo faltan doce años para que...
1 comentario:
Ummmmm, ¿tenemmos que hablar?
Escrito por Pequena 10/10/2007 23:55
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