De nuevo aquel traqueteo. Aquel traqueteo como banda sonora. Aquel traqueteo insistente. Aquel traqueteo emulando a una musa que rítmicamente jaleaba a tu oído promesas que jamás cumplirías, pero que no te resistías a pronunciar. Promesas estertóreas, pero no por ello factibles. Promesas baldías. Promesas que intentaban brotar de unos labios secos de nostalgias, de unos labios que derramaron toda su sangre cuando mancillaron la ternura. Una ternura que, no obstante, yacía ya, muerta a nuestros pies. Una ternura que se había corroído, pero cuyo cadáver jamás quisimos sepultar.
Y aquel traqueteo, y aquellas promesas, y aquel desorden de ideas manando a borbotones, como fingiendo un flujo incesante de sentimientos desbocados, y aquellos labios lacerando de nuevo mis entrañas aún convalecientes de la última batalla contra aquel corazón que jamás estuvo vivo.
De nuevo aquel traqueteo. De nuevo.
1 comentario:
Las mejores promesas, como dice el maestro, son aquéllas que no hay que cumplir.
Escrito por ClarOscuro 05/11/2007 19:28
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