miércoles, 19 de diciembre de 2007

Con la suerte de cara (o en la cara)

Siempre me extrañó esa capacidad que tienen algunos de lograr que pese a la imprevisión, finalmente, no se aprecien sus errores. Otros, sin embargo, planifican y planifican, y nada parece salir según lo esperado.

Definitivamente, y analizando determinadas situaciones, creo que quiero ser funcionaria. Da todo igual, incluso la impericia y la dejadez. ¿Cómo es posible, a un par de semanas de la llegada de Sus Majestades de Oriente, que haya ayuntamientos en los que ni siquiera se sepa aún si habrá cabalgata o recepción oficial? ¡Si faltan cuatro días para la Nochebuena! Se están perdiendo las formas. Ya ni se cuida el protocolo hacia la nobleza...

Aunque la causa podría ser otra. Una conspiración del gobierno para proteger a la infancia... ya no tanto del consumismo atroz (que en ese caso se verían dañadas las arcas del Estado en cuanto a recaudación de impuestos), sino de los posibles daños colaterales del desfile feudal, en el que los Reyes, muy majos ellos, lanzan caramelos a una muchedumbre ávida de sus atenciones... Y caramelazo va, caramelazo viene, lo mismo dejan tuerto a algún niño y eso... no suele resultar muy popular entre el gentío. ¿O sí?

Ya me estoy imaginando al pequeñuelo en el cole:
- ¿Qué tal los Reyes? ¿Te trajeron muchas cosas?
- Pues regalos pocos, que este año no fui bueno, pero mira que moretón.
- Molaaaaa.

Y así, en un pispás, el niño feucho que nunca llamaba la atención, se convierte de la noche a la mañana, por obra y gracia de la magia de Oriente, en el más popular y en el más toqueteado de la clase. Eso sí, la fama cuesta. Y el moretón se irá en nada. Habrá que instaurar otras fiestas de éstas masoquistas que tanto nos gustan a los españolitos, porque tener que esperar al Carnaval y a un petardazo te deja muchos días de anonimato. Y ya no digamos si el peque tiene que esperar al San Fermín...

6 comentarios:

El Vizconde Valmont dijo...

Creo que el reloj biológico de la Naturaleza ya me pide eso de pasear a un peque en los hombros para que vea a los reyes, pero no se asuste, marquesa, que aún me quedan muchos balcones por los que deslizarme de madrugada, ¿tal vez el suyo? Espero que sepa fingir cara de sorpresa, pero que su aliño indumentario confirme que me esperaba.

Markesa Merteuil dijo...

Ambos somos expertos en fingir siempre que la ocasión lo exija. Y sí, me asusta lo del bebito. ¿Os vale el de otros?

Deschampsia antarctica dijo...

los mejores bebitos son los de los demás, muchachos. Y bueno, a pesar del atroz impulso consumista que se vive en estos días, seguiré poniendo agua a los camellos y polvorones a sus majestades. No sea que se ofendan, y dejen bien poco acá en mi casa. Y de momento, a esperar la noche de reyes y a disfrutar estos días invernales tan blancos que nos regala la madre naturaleza. Un saludo

Markesa Merteuil dijo...

Deschampsia Antarctica, bienvenida. Ahora al leerte la tentación inmediata es preguntarte: ¿has variado mucho la forma de festejar estas fiestas? ¿Qué es lo que más te sorprende de las nuestras (España)?

humo dijo...

Yo soy monárquica de los Reyes Magos hasta la médula, es lo que más me gusta de las fiestas; pero los de las cabalgatas son falsos.
Por eso no voy nunca.

Markesa Merteuil dijo...

Es que con tanta improvisación funcionaril, como para que vengan los Magos de Oriente... Además, que es un trabajo muy arriesgado. Van ahí, a cara descubierta... Si al menos tuviesen una especie de Papamóvil, pero es que ni Benedicto ni sus predecesores se lo dejan... y menos aún a Papá Noel... cuando ¿qué mejor para Papá Noel que un Papamóvil? Si es que así no se puede...