"(...) y acusándome de una falta que no había cometido, le dije que había hecho lo que hacen las mujeres. (...) el buen padre me pintó el mal tan grande, que concebí que el placer debía ser extremo; y al deseo de saber sólo en qué consistía, sucedió el de enterarme por mí misma".
(Carta LXXXI, de la marquesa de Merteuil al vizconde de Valmont. "Las amistades peligrosas", Choderlos de Laclos)
sábado, 15 de diciembre de 2007
Pediría clemencia de tus labios, si me hubiesen abrumado las caricias...
Enhorabuena marquesa, por su nueva página, esperaremos expectantes nuevos post para caldear un poco los fríos días que se avecinan. la dejo, pues diviso en lontananza el bigote del jefe que se acerca amenazador (¿se imagina un bigote caminando sólo?). La saludo.
Me lo imagino, me lo imagino... ¿Por qué asociaré bigote a derecha rancia?
¿Os ha gustado, sí? Estoy un poco perdida en estas cuestiones, ciertamente y... como no tenía ni idea de cómo trasladar los coments antiguos ni los post... pues... a mano, uno a uno... No sé si faltará alguno, si habré puesto coments asociados a un post que no le correspondía... ¿Dónde irían a parar aquellos tiempos en los que nos lo daban todo hecho?
Y los fríos... espero que no se avecinen más. Esta mañana estábamos a cuatro bajo cero, pasadas las nueve, y unas calles más allá de la mía al parecer a siete bajo cero... Esta mañana, por tanto, he perdido curvas para convertirme en una curva en mí misma: toda cebollita de tantas capas... Necesitaré calor humano. Pena de la distancia, vizconde.
Comprendo que si por mis tierras arrecia el frío, por las suyas debe ser peor. Nosotros, querida marquesa, somos de la era Guttemberg, no de la era Gates. No le sirva de consuelo, pero creame que con los comentarios yo hubiera hecho lo mismo. Tal vez debería usar los servicios de algún apuesto cabellerete que redactara sus misivas. No me diga esas cosas de la distancia, que me atraviesa un escalofrío cuya sensación se asemeja bastante a cuando, en aquella otra vida que tuvimos, el filo de la espada de Danceny me hizo un siete en los riñones. Reciba un calido saludo de éste su canalla predilecto.
p.d. controlo ciertos impulsos dialectico amatorios, no sea que, al leer estos comentarios, otros posibles lectores se abstengan de dejar su opinión, cohibidos por cierta familiaridad que nos otorga el conocernos de hace ya varios siglos.
Sí, tal vez aparezca Danceny para turbar nuestra intimidad (no os pongáis celoso, vizconde), pues parece apetecible encarnarle tal y como vos lo pintáis: no sólo logra mi favor, sino que arremete contra vos... (Por lo que veo aún no lo habéis olvidado. Deberíais dejaros de tanto flirteo y aprender a manejar mejor vuestras armas más afiladas, y no me refiero a vuestra lengua, que... de todas es sabido que... doblega voluntades).
En cuanto a los caballeretes... ya sabéis que prefiero que me sean útiles para otros menesteres. ¿Por qué cansarlos con letras cuando puedo ocupar su mente de otros modos más carnales (que no, por ello, más placenteros)?
Señora, ando un poco despistada en este su blog, pero enseguida me pondré al día. Creo que estoy siendo atrapada - en tanto lectora, y no como víctima, por supuesto - en una red que sí, pero no, y no, pero sí, tiene algo que ver con la que tejieron ustedes mismos tiempo ha y de la cual tuve noticia por ciertas cartas que se hicieron públicas.
Es menester ser precavida, por tanto. Eso sí, recordad, Humo, que tal vez el final de la historia fuese otro bien distinto al narrado y que por conveniencia del editor, para evitar el escándalo (resulta curioso hablar de escándalo en aquella época en la que sólo los lacayos eran dueños y señores de todas las verdades de alcoba).
Ya sabéis, vizconde, que a veces la tentación me puede... y no pude más que piropear la incorrección que tanto apreciamos. Supongo que eso despertaría curiosidades que, en este caso, me halagan.
¿Os gusta la combinación? A mí, desde luego, me place.
8 comentarios:
Enhorabuena marquesa, por su nueva página, esperaremos expectantes nuevos post para caldear un poco los fríos días que se avecinan. la dejo, pues diviso en lontananza el bigote del jefe que se acerca amenazador (¿se imagina un bigote caminando sólo?). La saludo.
Me lo imagino, me lo imagino... ¿Por qué asociaré bigote a derecha rancia?
¿Os ha gustado, sí? Estoy un poco perdida en estas cuestiones, ciertamente y... como no tenía ni idea de cómo trasladar los coments antiguos ni los post... pues... a mano, uno a uno... No sé si faltará alguno, si habré puesto coments asociados a un post que no le correspondía... ¿Dónde irían a parar aquellos tiempos en los que nos lo daban todo hecho?
Y los fríos... espero que no se avecinen más. Esta mañana estábamos a cuatro bajo cero, pasadas las nueve, y unas calles más allá de la mía al parecer a siete bajo cero... Esta mañana, por tanto, he perdido curvas para convertirme en una curva en mí misma: toda cebollita de tantas capas... Necesitaré calor humano. Pena de la distancia, vizconde.
Comprendo que si por mis tierras arrecia el frío, por las suyas debe ser peor.
Nosotros, querida marquesa, somos de la era Guttemberg, no de la era Gates. No le sirva de consuelo, pero creame que con los comentarios yo hubiera hecho lo mismo. Tal vez debería usar los servicios de algún apuesto cabellerete que redactara sus misivas.
No me diga esas cosas de la distancia, que me atraviesa un escalofrío cuya sensación se asemeja bastante a cuando, en aquella otra vida que tuvimos, el filo de la espada de Danceny me hizo un siete en los riñones.
Reciba un calido saludo de éste su canalla predilecto.
p.d. controlo ciertos impulsos dialectico amatorios, no sea que, al leer estos comentarios, otros posibles lectores se abstengan de dejar su opinión, cohibidos por cierta familiaridad que nos otorga el conocernos de hace ya varios siglos.
Sí, tal vez aparezca Danceny para turbar nuestra intimidad (no os pongáis celoso, vizconde), pues parece apetecible encarnarle tal y como vos lo pintáis: no sólo logra mi favor, sino que arremete contra vos... (Por lo que veo aún no lo habéis olvidado. Deberíais dejaros de tanto flirteo y aprender a manejar mejor vuestras armas más afiladas, y no me refiero a vuestra lengua, que... de todas es sabido que... doblega voluntades).
En cuanto a los caballeretes... ya sabéis que prefiero que me sean útiles para otros menesteres. ¿Por qué cansarlos con letras cuando puedo ocupar su mente de otros modos más carnales (que no, por ello, más placenteros)?
Y, sí, continuáis siendo mi predilecto.
Señora,
ando un poco despistada en este su blog, pero enseguida me pondré al día.
Creo que estoy siendo atrapada - en tanto lectora, y no como víctima, por supuesto - en una red que sí, pero no, y no, pero sí, tiene algo que ver con la que tejieron ustedes mismos tiempo ha y de la cual tuve noticia por ciertas cartas que se hicieron públicas.
Es menester ser precavida, por tanto. Eso sí, recordad, Humo, que tal vez el final de la historia fuese otro bien distinto al narrado y que por conveniencia del editor, para evitar el escándalo (resulta curioso hablar de escándalo en aquella época en la que sólo los lacayos eran dueños y señores de todas las verdades de alcoba).
Bienvenida a mi refugio. Espero que os plazca.
Humo, Marquesa... juntas, revueltas? Mis sueños hechos realidad?
Ya sabéis, vizconde, que a veces la tentación me puede... y no pude más que piropear la incorrección que tanto apreciamos. Supongo que eso despertaría curiosidades que, en este caso, me halagan.
¿Os gusta la combinación? A mí, desde luego, me place.
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