Vidas...

A veces discurren paralelas. Otras, se anudan a las hasta entonces ajenas para crear lazos, todos ellos singulares, pero lazos a fin de cuentas. Si se aprietan demasiado, la sensación de ahogo todo lo destruye. Lo que parecía perfecto semeja, a partir de ese instante, lleno de tropiezos y la cuerda se rompe para dar paso a otro proyecto.

Si no es firme, probablemente, también se deshará; dejará de cumplir su cometido, aunque lo arropemos de ternura.

La armonía tal vez dependa de saber ensartar en el hilo cada una de las cuentas que han de conformar ese discurrir común, sin dejar que la prudencia merme la capacidad de expresión o que los matices para evitar tensiones resten eficacia a la comunicación. Un pacto jamás será duradero si una de las partes duda acerca de sus beneficios o precisa poner en una balanza aquéllos que recibe frente a los que aporta.

De todos modos, siempre habrá un eslabón para que un nuevo hilo o, por qué no, el primigenio retomado siga contribuyendo a embellecer nuestro proyecto. Ilusiones, esperanzas, pasión, dulzura, mimos... todas las cuentas enlazadas paso a paso, pero sin perder de vista el todo.

Unir nunca puede significar mermar la libre elección, aunque sí implique tener en cuenta otros anhelos, otros condicionantes. El objetivo: que el resultante nos llene cuando lo examinemos desde la distancia. De ahí que, a veces, sea imprescindible alejarse de uno mismo para observarse. Éste no es sino un proceso más para crecer y evolucionar, aunque en ocasiones nos abrume.

No obstante, cualquier adversidad puede arruinar nuestras precauciones. No todo es perfecto y es precisamente eso lo que nos permite apreciar en su medida cualquier momento de magia. Los trucos, aquí, no valen, puesto que la Realidad acabaría por matar a la Ilusión en cuanto sus secretos* fuesen desvelados.

* Seducir es efímero, enamorar permite hablar de logros a medio o a largo plazo (ya saben aquello que cantaba Ismael Serrano: "El amor es eterno mientras dura").