jueves, 24 de abril de 2008

Las niñas que aún quieren ser princesas (II)

Primero se detuvo en la casa de la Bella Durmiente. No sabía muy bien cómo se llamaba la joven damisela, sólo que sus padres le habían prohibido jugar con fuego (¡Qué se le va a hacer! En su época, ya no había husos con los que amedrentar a las aspirantes a princesa).

Un día, leyó en el diario, la pequeña se acercó a la cocina y..., lejos de cumplir con los preceptos consabidos, encendió una cerilla. Quería saber, ¡qué mala es la curiosidad (le dijo el gato*)!, por qué la pequeña cerillera confió en sus fósforos como fuente de calor. ¿Sería cierto que lo proporcionaban?

El caso es que, como habían vaticinado sus progenitores, la niña (menos niña cada día) se quemó. (Es lo que tiene jugar con fuego). Pero, lejos de descubrir placeres oníricos, este suceso desató la ira de los dioses. Su padre, que por aquel entonces se le antojaba todopoderoso, le recriminó su desobediencia. Su madre, por su parte, se tomó su acercamiento a la cocina como una señal y, ¡oh, cruel destino!, concluyó que la casi adolescente podía comenzar ya a laborar. Sus sueños de princesa se habían roto. Sólo le quedaba esperar a que un príncipe la rescatara de esa cárcel de obligaciones con un dulce beso.

* Tras perder su sexta vida en una agotadora maratón que emprendió no por placer o afán deportivo, sino impelido por unas infernales botas.

To be continued

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Al despartar, la niña se diò cuenta de que todo habia sido un sueño, y que nada de lo que acababa de sentir como real, lo era. Ya no era una niña, los años habian transcurrido en un abrir y cerrar de ojos, y blancas canas tenian su cabeza. Sus manos agarrotadas por la artritis, intentaron coger la palmatoria que reposaba sobre su mesilla de noche, casi extinguida.No tenia ninguna razòn para levantarse y salir de entre las sucias sabanas y mantas...
El frio en la buardilla era muy intenso, y la soledad total.
Mientras pudiera, seguiria esperando el tierno beso del principe de sus sueños. ...
(Sigue tu si quieres.......)

Jordicine dijo...

Correr una maratón con botas no es aconsejable. Y para saber que el fuego quema, hay que vivirlo en tu propia carne. Espero el segundo capítulo. Un beso, Carmen

asbeirasdoarnego dijo...

Ella espero y espero... pero su principito no apareció. Entonces un día muerta de pena, lloro y lloro hasta no poder más. Estaba confundida, cada vez más, no sabía en que mundo vivía si en la realidad o en un sueño. La agonía la corría cada vez más, hasta que un buen día un aldeano la olló llorar, y le dijo...
-que siga el próximo, aver como acaba- Perdón por no venir por aquí antes prometo venir con más frecuencia, Un Saludo.
www.asbeirasdoarnego.blogspot.com

irene dijo...

Nunca soñé con príncipes, una pena de niñez, pero por esa razón, jamás esperé encontrar uno, así que nunca me decepcioné. Empezaré a verlo con optimismo, todo tiene su lado bueno.
Un abrazo.