...a ella la encontró la lectora (la bruja, a la que creo llamaban Piruja en la intimidad) cobijada en su día a día; creyéndose ser princesa de un cuento infinito, en el que la soledad sólo era vencida por llantos infantiles y pañales por mudar. También había risas, anécdotas desesperantes ante una papilla que su bebé se negaba a ingerir, correteos para evitar que se lastimase, desvelos; pero, definitivamente, estaba sola. Sola con la certeza de que había logrado su sueño; sola, sabiendo que éste no la placía: tal vez porque nadie le explicó cómo acababa el cuento de la dependencia de unos besos exiguos, de una estabilidad fingida y de una cárcel autoimpuesta para favorecer que su matrimonio fuese idílicamente tradicional. Ella, en su castillo (un piso de cuarenta metros cuadrados que era incapaz de ordenar y limpiar con tanto terremoto de desconsideración), y su príncipe, vagabundeando.
Él se dejó llevar por la promesa de felicidad. Y, mientras ella le esperaba, continuaba "asaltando" fortalezas, buscando aventuras y "disfrutando" de lo que él llamaba vida. Se le había entregado, con una firma en un papel, con un "sí, quiero" (claro que quería: libertad, servicio doméstico y servicio de cama lastrado de moralina y egoísmo. Todo en el mismo set, al módico precio de un ramito de flores en cada aniversario, la manutención de su criada-concubina y algún que otro jueguecito con su vástago), pero nunca fue suyo.
Y ella sonreía cada vez que él tenía tiempo para ella, para su familia. Sonreía tan poco, que jamás tuvo arrugas de expresión próximas a la boca. Tenía a su príncipe, sí, pero nadie le había explicado cómo concluir con la agonía de un cuento de niñez transformado en derrota y conformismo.
To be continued
5 comentarios:
Pues hija mía, siendo los príncipes como el de tu cuento, yo casi prefiero un plebeyo que me sea fiel, que me quiera, que comparta las tareas del hogar........
Abajo los príncipes azules!!!!
Moi real ese conto de Principes e Princesas.
soy de las que creen que existe un príncipe encatando para mi, en una historia feliz...
no le veo nada malo a soñar.. aunque si, habría que bajar mas seguido a la tierra..
Creo que los prícipes...Principito, Principe Azul ( este último destiñe ),etc. Idealizan lo que muchas mujeres esperan de los hombres, de determinados hombres, dándoles subliminalmente un contenido y un "nivel" que puede llegar a ser destructor, inalcanzable, fustrante, de una fábula peligrosa cuando se desa sacarla de su contexto.
Besos
Franc.
Uffffffffff
Yo es que siempre he sido muy republicanota.
Hubo una vez uno que pretendió instaurar una monarquía en casa y le puse las maletas en la puerta.
¡Con lo que nos costó a las de mi generación caer en la cuenta de que era mejor solas que al servicio de un gilipollas, y todavía...!
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