Y lo peor es que doce años después sigue ahí la nostalgia; el querer sentir como en aquel tiempo en el que te amé y creía que tú me querías. Y te busco en otros cuerpos, pero nada es como entonces.
La Ciudad ya no ofrece el paisaje de rostros cotidianos, ni la promesa de tu boca acercándose a mi puerta para dotar de luz a la mañana con ese simple: "Buenos días, Markesa", que me hacía estremecer.
Pero te amé, que es lo que cuenta; y creí que tú me querías, como en un milagro irrepetible del sentir, en aquellos días en los que todo se achicaba tras tu mirada azul ardiendo en mi mirada.
Doce años después ya nada es como entonces. Ni siquiera la esperanza que, temblorosa, intenta aferrarse a esa vida que, sin piedad, le arrebata día a día la razón.
5 comentarios:
A canción dirá que vinte anos non son nada; pero doce...sonche dúas ducias!!.
Bicos dende a Porta de Santiago
:_)
Doce años son demasiados. No sirve lamentarse de lo que pudo hacerse y no se hizo, si ese e-mail no se envió sólo hay que pensar que fue mejor así.
Seguro que algún día todo cambiará.
Biquiños, Markesa.
Hay amores que no se olvidan nunca, aunque pase la vida entera.
Más bicos.
Todos los amores hieren... Algunos matan... Y eso que los sabios dicen que agua pasada no mueve molino...
Saludos, amiga
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