jueves, 17 de febrero de 2011

Cuando la sensibilidad azota

Tal vez sea la congestión nasal, que no me deja tomarle el pulso a la jornada, pero es que ni siquiera esa sonrisa que me alegra siempre la mañana ha sido capaz de darme hoy los buenos días. Aunque por un instante, extremadamente efímero, me llenó de nuevo de sol y de ganas.

Hoy, no obstante, me hieren las palabras, las actitudes, las prisas, que, todas juntas, semejan acritud; palabras, actitudes, prisas que ayer simplemente me apenarían pues se resumen en una deficiente capacidad de socialización.

El parvulario debería convertirse en la primera escuela para las buenas maneras, ya que o se asimilan prontamente o jamás se aprenden. Simplemente se reproducen en situaciones que resultan familiares, obviándose en el resto de avatares que conforman el día a día.

Pero, mientras se revisan los programas escolares, lo mejor será abrir el paraguas y guarecerse de las inclemencias. De todos modos, como todas, mi coraza es endeble y hoy el viento y la lluvia la bambolean en exceso. Y tengo frío.

1 comentario:

Chousa da Alcandra dijo...

Os paraugas abrigan de moitas inclemencias. En todo "kit" de supervivencia non debería faltar ese utensilio.

Bicos dende o parvulario