lunes, 26 de noviembre de 2007

Rabia, indefensión, impotencia

Ayer, día contra la violencia de género, intenté incluir dos artículos en el blog, pero no pude, dado que no me funcionaba el servicio. Lo hago hoy, aunque soy consciente de que no se corresponden a la temática general aquí expuesta, ni a los modos de expresión normalmente aquí empleados. No obstante, considero que pueden ser del interés general, y no sólo mío. El primero lo redacté hace meses, en un arrebato de ira, mientras que el segundo es un breve resumen de lo expuesto en las jornadas sobre cómo tratar informativamente las situaciones luctuosas derivadas de esta terrible lacra social que, inconscientemente, muchas veces alimentamos a través de la defensa de lugares comunes, de estereotipos, de roles marcados, etcétera.

NO HAY RECURSOS

No hay recursos. Ésa es la tremenda realidad con la que se encuentran las decenas de mujeres que cada mes se acercan a una comisaría de policía para denunciar que están siendo víctimas de maltrato. Una denuncia que se posterga, días, meses, años... ya que el acoso comienza de forma casi imperceptible. Tanto que, en ocasiones, la propia agredida se siente merecedora de castigo, aunque no logre comprender qué motivó la ira.

Se amparan en lo aprehendido socialmente y en tantas y tantas mentiras escuchadas hasta el hartazgo. La repetición tiende a hacernos creer que lo falso tiene verosimilitud y poco a poco llega a convertirse en nuestra verdad.

El qué dirán; el yo no puedo fracasar; el a mí no me está pasando; el qué será de mis hijos; o aquél las mujeres de ahora no aguantáis nada se convierten en bandera para resistir lo insostenible.

Pero llega un momento en el que hay que decir un basta ya. Sin embargo cuando llega la cordura, cuando llega ese me quiero lo suficiente para alejarme, juicios rápidos, órdenes de alejamiento y casas de acogida son los únicos escudos a los que pueden aferrarse.

Así, la única seguridad está en la huida continua. La víctima es nuevamente victimizada, cuando es condenada de por vida a no poder asentarse en ningún lugar, cuando se supone que nuestra naturaleza, como humanos, nos lleva a intentar un arraigo con un pueblo, unas gentes... Una condena que se vuelve más pesada cuando existen cargas familiares.
Muchas, hartas de luchar, prefieren retornar al infierno. Su única esperanza, que a sus hijos no les ponga la mano encima. Se creen capaces de soportar cualquier vejación para evitársela a ellos.


Pero cualquier día, cualquier paliza, las puede llevar a la muerte, una muerte que lejos de ser terrible es para ellas una liberación.

Otras, sin embargo, mueren en ese intento por rehacer su vida. El violento llega a un cierto autocontrol cuando tiene presa a su víctima. Para tenerla siempre cerca, siempre que quiere desatar su cólera contra alguien. No obstante, cuando ésta cobra consciencia de sus derechos y decide alejarse, él se torna más violento. Puesto que ya no la va a tener para calmar sus arrebatos de furia siempre que la necesite, al menos no será de nadie más. Es ahí cuando tras muchos "dame otra oportunidad", "te quiero" o "ya cambié" su violencia se vuelve de nuevo descomunal ante el rechazo. Comienzan por un "puta, te vas a arrepentir" a todo tipo de amenazas de muerte, que ninguna orden de alejamiento es capaz de silenciar.



De nuevo, los telediarios muestran la triste despedida a una mujer asesinada por aquél que en su día juró amarla y respetarla. Pero para ellas no hay escolta, no hay recursos. Unos recursos que abundan para proteger a decenas de políticos "amenazados" por ETA (sí, ya sé que acaba de atentar. También lo sé). Y yo me pregunto: ¿cuántos amenazados por ETA han fallecido en los últimos veinte años? ¿Y cuántas mujeres amenazadas por sus maridos han visto cercenada su vida? Mujeres amenazadas, golpeadas, vilipendiadas... por un agresor del que se conocen nombres y apellidos, pero que puede seguir yendo al bar a invitar entre risas a sus amigos o a comentar que tal o cual merece esto o lo otro por cómo va, por ejemplo, vestida. Bravuconadas, que muchas veces son presagios.

Hay un agresor conocido, una víctima que pide ayuda, pero no hay recursos. ¿Para qué sirve la ley? ¿Simplemente para violentarlos aún más? ¿Por qué no se crean casas de acogida para las presuntas futuras víctimas de ETA? Ahhh, claro. No necesitan una casa de acogida porque no están siendo golpeadas a diario. Sólo necesitan que se destinen fondos públicos a su protección. ¿Son más importantes que nuestras madres, que nuestras hermanas, que nuestras hijas, que nuestras abuelas, que nosotras mismas?



RESUMEN DE LAS JORNADAS SOBRE RECOMENDACIONES ACERCA DE CÓMO INFORMAR EN RELACIÓN AL GÉNERO Y A LA VIOLENCIA MACHISTA

Ya se puede leer un avance en la web del Colexio Profesional de Xornalistas de Galicia. El enlace: éste. De todos modos, me hago eco de algunas de las ideas que se expresaron en las jornadas.

1. Si bien es cierto que como aseguró la directora de la Fundación Mujeres, la extremeña Marisa Soleto Ávila, en un principio se acusó una "falta capacidad de relación entre medios y asociaciones de mujeres" cuando comenzaron a trabajar activamente los movimientos feministas, y que pese a ello actualmente se puede hablar de que la situación ha cambiado, lo cierto es que en el tratamiento informativo de la problemática que afecta a la igualdad de las personas: "No vale sólo con decir no vamos a discriminar, sino que hay que tomar medidas para que los estereotipos sociales no se cuelen en el día a día, algo que requiere esfuerzo" y para lo que, en el caso de los medios de comunicación, afirma ser partidaria de la autorregulación. Un arma que, a mi juicio, es de doble filo.


La autorregulación debe referirse al tratamiento no sólo de las noticias, sino de las opiniones que se vierte, la publicidad y los contenidos de entretenimiento.
Al tiempo asegura que es fundamental que el concepto de igualdad de oportunidades esté presente.


Además, en relación a la ley de igualdad efectiva recalcó que no se debe ver como PRIVILEGIAR A LAS MUJERES, sino como un instrumento para generalizar la igualdad.

2. La visión periodística de la problemática, a la hora de analizar un suceso de este tipo (que todos los ponentes insistieron en no calificar como un suceso, dado que no es algo aislado, sino que es un problema social), llegó por la mañana de boca de Luisa Costas, quien reclamó "que se establezcan cursos de formación, rutinas a la hora de abordar la información sobre violencia de género".


Por su parte, Cristina Caruncho también insistió en la necesidad de formación, una formación más profunda, que permita al profesional contar con más armas que unos simples criterios estrictos, que no serían aplicables a cualquier circunstancia. Para ello redundó en la necesidad de un mejor conocimiento del lenguaje y de los significados específicos de cualquier aseveración. Al tiempo aludió al hecho de que el sexismo viene derivado del sistema construido desde una sociedad patriarcal machista y jerarquizada, en el que en el proceso de socialización se otorga a las mujeres una categoría secundaria sin los mismos derechos que los hombres. El reconocimiento legal, insistió, no es equivalente siempre a un derecho real.


Entre los datos, a mi juicio, más espeluznantes de cuantos hizo públicos, cabe destacar que tres de cada cinco mujeres de las encuestadas para un estudio aseguraron haber sido víctimas de alguna de las situaciones que se pueden describir de violencia (sea cual sea su intensidad). En éstas se habla de acoso, violencia física, violencia psicológica, control (de la persona, de sus actividades, de sus gastos...), menosprecio, etcétera.


La espantosa realidad, manifestó, "no se va a corregir ni a corto ni a medio plazo. Para lograrlo, debemos involucrarnos todos. Las claves: empezar a educar en la verdadera igualdad. Se necesita, por tanto, tiempo y una acción conjunta para concienciar en dos cuestiones: la resolución de conflictos no debe hacerse a través de la violencia; y la defensa de los derechos humanos".


Los medios son responsables en la medida de que fijan la agenda: marcan de lo que se habla y de lo que no. Por ello no entiende titulares morbosos o disculpatorios de los agresores. Además, criticó el hecho de que se hable más de la víctima que de su agresor, y de que en lugar de usar a fuentes expertas en este tipo de situaciones se consulte a los vecinos acerca de los posibles motivos del suceso. No obstante, tal y como ya había comentado en su intervención la periodista Luisa Costas, especializada en sucesos, las fuentes expertas en muchos casos se niegan a cooperar con el periodista, que, sin embargo, debe informar con su colaboración o sin ella.


Estas tendencias en cuanto a información sobre maltrato sexista fueron criticadas también por Belén Regueiro, de la casa de la mujer de Lugo, quien aseguró, además, que en la prensa local se banaliza el sufrimiento de la mujer a través de titulares como: "A currar por currar", en relación a una condena a trabajos forzados como pena por un maltrato físico, u otros.


Asimismo, destacó que la mitad de los encuestados a través de la web del Concello de Lugo consideran que en el trasfondo del maltrato hay problemas económicos, psicológicos, de consumo de alcohol u otras drogas, marginalidad... que pueden ser usados en un juicio incluso como atenuantes del delito.


Por otra parte, Regueiro desligó el aumento de casos de violencia de género (en lo que va de año ya se contabilizaron 69 asesinatos, mientras que la cifra global de 2006 fue de 68), ya que muchas de las inmigrantes a las que mató su pareja tuvieron como asesino a un español.
También manifestó su temor ante la posibilidad de que muchas de las extranjeras maltratadas no se atrevan a denunciar al estar en una situación irregular en el país y aseguró que desde la casa de la mujer de Lugo se atiende a todas.


3. La sesión de tarde comenzó con una ponencia a cargo de Silvia Pérez, de Alecrín, quien subrayó que la prostitución es otro medio que permite al hombre ejercer un tipo de violencia sobre la mujer, ya que otorga espacio a la dominación machista. En este sentido recordó que para la prostituta se aplicaban los mismos lugares comunes que a las maltratadas: le gusta, está porque quiere... Así, aludió a un tratamiento informativo esperpentizado de esta situación y recordó que nunca se juzga al cliente, al tiempo que mencionó los cuantiosísimos ingresos derivados de la inserción publicitaria de anuncios vejatorios y de prostitución, que en algún caso prácticamente incitan a la pederastia, en prensa.


Pérez dudó, además, de que la autorregulación sea efectiva y aludió a la imperiosa necesidad de elaborar un código ético deontológico de obligado cumplimiento. Algo, a mi entender, imprescindible, ya que no nos podemos arriesgar a que la sensibilidad del periodista que trata esa información sea acorde a lo que demanda cada caso. El periodista no es juez ni está preparado para determinar si alguien es culpable, si alguien es víctima, o si alguien miente. La presunta víctima merece todo el apoyo, pero no podemos olvidar que el agresor también es presunto agresor hasta que haya una sentencia firme que lo culpabilice. Y aunque le pide que trabaje de forma responsable a la hora de otorgarle una imagen real a la situación, lo cierto es que para hacerlo es preciso contar con unas claves, ya que cada quien se dejará llevar por sus propios condicionantes. No se puede olvidar que el periodista es humano.


A su vez, la periodista Ana Sanmartín, se valió de soportes audiovisuales para ilustrar su ponencia. Así, los asistentes (lamentablemente muy pocos y de éstos un porcentaje bajísimo de periodistas) pudieron recordar la aparición pública de Ana Orantes en televisión. Ana Orantes fue a denunciar, a cara descubierta, los maltratos a los que había sido sometida durante años y... días después fue asesinada por su pareja. Hoy en día resulta escalofriante escuchar a la conductora del programa preguntarle: "No hacía falta que hubiera un motivo?" para los malos tratos a los que la sometía... Un motivo. ¿Motivo? Hoy nos parece escandaloso. En aquella época, y no hace tanto, sólo diez años: a nadie pareció sorprenderle.
El asesinato de Ana Orantes, indicó Sanmartín, supuso un antes y un después. A partir de él comienza a hablarse de violencia doméstica y se comenzó a reflexionar sobre dicha lacra social. No obstante, a Ana Orantes, un juez la había obligado a volver a casa con el hombre que la maltrataba, recordó Sanmartín.


Diez años después es asesinada otra mujer tras aparecer en un programa de televisión. Ella no fue a denunciar maltrato. Fue engañada y allí recibió una declaración de amor, que, tal y como se explicó durante toda la jornada, incluía todas las palabras que de boca del príncipe azul queremos escuchar las mujeres. Nos han sensibilizado para conmovernos con ellas. Tanto que la propia presentadora del programa en el que se produjo la declaración de amor inquirió a Svetlana acerca de si estaba segura al escuchar cómo se negaba a casarse con el que finalmente se convirtió en su asesino.


Sanmartín denunció durante su intervención que los medios "protegemos más al agresor que a la víctima. Al agresor no lo identificamos, pero sí damos datos de la víctima". También abogó por pequeños pasos como sustituir el "Una mujer fue asesinada" por "Un hombre asesinó a su mujer" o "en vez de "dos millones de mujeres sufren maltrato" por "dos millones de hombres maltratan".


Por otra parte, recalcó que la violencia de género no es un hecho fortuito, sino enraizado, y afirmó que la enumeración sólo sirve para narcotizar a la audiencia, al tiempo que recordó que no sólo son víctimas de violencia de género las que resultan asesinadas.
Para que exista una conciencia por parte de la opinión pública es preciso "sensibilizar a los profesionales y emplear recursos en su formación obligatoria, ya sea durante la carrera o bien en el medio en el que ejerzan".


Por su parte, la letrada Luísa Pasín se refirió a la legislación y al tratamiento integral de esta lacra, y explicó que la Lei Galega va más allá y hace alusión a las distintas formas de violencia de género: física, psicológica (verbal y no verbal), económica (privar intencionada y no justificadamente de recursos para ella y sus hijos o no compartir recursos), sexual, acoso, tráfico de mujeres y niños. A través de esta legislación, además, se promueven los convenios de autorregulación, indicando que los medios eviten banalizar o incitar.
Al mismo tiempo, y coincidiendo con sus compañeras de mesa, redundó en la necesidad de invertir en formación, básica en todos los ámbitos, incluido el del derecho y subrayó que "el culpable es el agresor y no la coyuntura en la que se produce la agresión".



4. En la última de las mesas de trabajo de la jornada María Solar se preguntó por qué pese a haber una legislación mejor, más atención a la mujer y mejor denuncia pública no disminuyen los decesos acaecidos por violencia de género. El denominador común de las víctimas es que se trata de mujeres no respetadas, subyugadas y dominadas.
Criticó la forma de abordar la violencia por parte de los medios, aunque se reafirmó en la necesidad de sacar al ámbito público lo que hasta ahora era privado, ya que la lacra es social, pues la sociedad "se aferra a las raíces del machismo, que siguen presentes".
Por otra parte, insistió en la necesidad de proteger a las víctimas, aunque ellas no lo soliciten, ya que "los agresores no funcionan como nosotros. Es preciso ser conscientes de ello, ya que en ocasiones les estamos dando motivos". Por ello, el periodista "ha de comprometerse siempre", pero no sólo él, sino también los medios en los que trabaja. "Los locutores y los presentadores son tremendamente cercanos, más de lo que imaginamos, y sin ser conscientes de ello podemos influir hacia un cambio o hacia perpetuar conductas". Y también son fundamentales, en este sentido, las series televisivas, que reproducen estereotipos.


A su vez, la profesora de literatura gallega y también feminista Carmen Blanco hizo un manifiesto apasionado por la libertad sexual.


No obstante, la ponencia más interesante a mi entender fue la de Lupe Cês (de hecho, seguramente volveré sobre ella más adelante), que acudió al foro representando a la Marcha Mundial das Mulleres. Lupe, además de hacer una reflexión sobre cuanto acaeció en la jornada, hizo un resumen de la actividad del movimiento feminista. Muy somero en lo que se refiere a sus dos siglos de existencia, pero más apasionado en cuanto a lo hecho en Galicia en los últimos treinta años, que aunque insuficiente, "aún queda mucho por conseguir", derivó en cambios importantísimos.


En cuanto a la labor de los medios, hizo un acto de contricción y subrayó que antes de pedir responsabilidades, "debemos saber qué queremos y qué esperamos de ellos". Además, y teniendo en cuenta que los medios son empresas y que como tales atienden a cuestiones económicas y políticas (los de titularidad pública), "nosotros buscamos dotarnos e medios propios, a través de internet. "Queremos que nuestro activismo dependa cada día menos de los medios, pero seguimos analizándolos", apostilló.


También recordó que existe un desconocimiento bestial en relación a los porqués de sus peticiones, subrayó que no se puede nunca hablar de crimen pasional y aseveró que las feministas "somos las primeras en exigir que no se acuse a nadie de nada sin tener los datos suficientes". Así, únicamente pidió reflexión antes de redactar una noticia, ya que coartar la libertad de expresión es precisamente lo que se intentó hacer con las mujeres durante años.


Eso sí, coincidió con el decano del colegio de periodistas en que el Estado puede retirar el dinero público a aquellas empresas que vulneren o que defiendan estereotipos que puedan desencadenar en desigualdades.

"Hay otros profesionales, que es a los que debemos respaldar", subrayó.

A mí me gustaría poder incluirme dentro de ese grupo al que respaldar dada su defensa de la igualdad real y su crítica feroz a cualquier tipo de violencia sea machista, sea xenófoba, sea del tipo que sea. No podemos ver la dominación y mirar para otro lado, no podemos detectar la angustia y no sobrecogernos, no podemos ver una herida y no intentar buscar los medios para sanarla, no podemos no exigir que se acaben las imposiciones, las dominaciones, las laceraciones.

Necesitamos un compromiso real para que no tengamos que hablar de la urgencia de formar a periodistas para informar sobre género y sobre violencia machista. Debemos buscar que nunca más haya que informar sobre hechos tan luctuosos como la agresión perpetrada por alguien que juró amor y que sólo entiende el maltrato como lenguaje, por alguien que no comprende que sólo se es merecedor de amor cuando se ama, que el miedo no es garante de fidelidad ni de no abandono. Sólo el merecer amor conllevará obtener amor.

1 comentario:

PARANOICO ILUSIONISTA dijo...

Markesa, creo que sobra cualquier opinión, cualquier alegato de defensa de tu exposición. Solo puedo decirte que gracias por tu denuncia, por tu texto, por tu información. Me sumo a tu texto, cuenta con mi firma si la necesitas.
Enhorabuena, besos lokos