No sé si hace diez u once años de nuestro presente, ya que eres tú el que lleva la cuenta de la ausencia; el que añora; el que insiste en reencontrar a la amante de entonces, que tú te empecinabas en calificar como novia. Diferencias idiomáticas, supongo. O distancias culturales, no lo sé.
Y diez u once años después el teléfono sigue sonando, con mensajes que no respondo o con llamadas que no atiendo... Porque ni siquiera la distancia, que entonces semejaba imposible atajar, sigue siendo la misma. Ahora es mayor, aunque ahora, que ya es demasiado tarde, te empeñes en obviar lo evidente.
Y la distancia, insisto, no se mide sólo en kilómetros. También en entendimientos. Nunca nos comprendimos; salvo cuando dejábamos decidir al deseo. Pero el deseo es tan endeble que el mío murió hace diez u once años, cuando te despediste con un beijo que no era sino un hasta pronto y yo te respondí con el beso del adiós.
8 comentarios:
El beso del adiós, por lo que dices, es para siemore. No tiene marcha atrás. Te dejo uno de 'hasta pronto'. Muá, Carmen.
Jordi, acabo de añadir un link como nota aclaratoria.
¿Estamos hablando de amor?
Más bien de deseo, Mario, de deseo efímero.
Como canta Pedro Guerra: "Y con las luces del alba, antes de que tú te despiertes, se hará ceniza el deseo, me marcharé para siempre. Y, cuando todo se acabe y se hagan polvo las hadas, no habré sabido por qué me he vuelto loco por nada"...
Ainda estando ao carón, podese estar moi lonxe. Bicos
¡Qué triste! y qué a menudo sucede, podría entenderlo si es que sólo había pasión, me apena pensar que el amor sea tan poco duradero, pero lo pienso.
Besos.
Exactamente, Suso, non por estar máis preto se chega máis, e o que nace con data de caducidade non debe prolongarse por máis tempo.
Irene, como mucho la segunda complementa al primero. Pero también se odia con pasión. (A veces el problema radica en que ya no se puede ni odiar. Entonces todo ha muerto, ¿no?)
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