"(...) y acusándome de una falta que no había cometido, le dije que había hecho lo que hacen las mujeres. (...) el buen padre me pintó el mal tan grande, que concebí que el placer debía ser extremo; y al deseo de saber sólo en qué consistía, sucedió el de enterarme por mí misma".
(Carta LXXXI, de la marquesa de Merteuil al vizconde de Valmont. "Las amistades peligrosas", Choderlos de Laclos)
domingo, 8 de febrero de 2009
Un caballero esquivaría mis mejillas, para centrarse en mis manos como pase directo hacia mi cuello. La elección, pues, fue clara. Siempre me gustaron los vampiros.
PD: Me faltó completar la última frase... ;) Siempre me gustaron los vampiros que saben cómo succionar toda la sangre de mi pecho, sin dejarlo morir, pero extenuándolo hasta el extremo. ;-)
9 comentarios:
Asi me gusta, con mucho morbo.
Un beso (en la mejilla)
Pero no los de Crepúsculo eh?? Que esos son unos atontaos
El morbo siempre viene bien, Isabel... ;-) Otro para vos, reina.
Hadex... claro que no... En el fondo soy una romántica ;-)
La vampiresa amó al vampiro. Coqueteó siempre con su cuello.
Me paseo por tu blog y, no sé, hay algo que me atrae. Volveré otro día a cruzar tu puerta. Felicidades.
xxs
Donde estan esos vampiros??? jajajaja y yo sin verlos, jooo
Besitosssssssss
PD: Me faltó completar la última frase... ;)
Siempre me gustaron los vampiros que saben cómo succionar toda la sangre de mi pecho, sin dejarlo morir, pero extenuándolo hasta el extremo. ;-)
Eso es tu arreglalo, jajajajaja
Besitossssssssss
Desde el princiio de mi existencias, los vampiros me marcaron deliciosamente, ese magnetisto me encanta...aún los sigo esperando...besos.
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